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EL PADRE MARTÍN FUE UN HOMBRE DE ORACIÓN

Otra de las constantes de los testigos que participaron en el proceso diocesano informativo sobre la vida, virtudes y fama de santidad del Padre Martín del Campo es la afirmación que nuestro Venerable fue un hombre de oración. En medio del trajín que implica el quehacer pastoral siempre supo darse momentos para hacer oración. Bertha Florinda nos comparte lo siguiente:

“El Padre Martín fue un hombre de oración, durante el día rezaba sus laudes, vísperas y completas. Se metía completito y de lleno en la celebración de la Sagrada Eucaristía hasta las lágrimas. De todos los acontecimientos hacia oración.  Veneraba a la Santísima Virgen rezando el Santo Rosario y se dirigía a ella implorando su protección amorosa, no sólo para él, sino siempre pensando en los demás con la seguridad de haber sido escuchado. Sentía un respeto enorme hacia los Santos, especialmente hacía el que llevaba su nombre, San Juan de la Cruz, y de San José. Se ponía siempre  bajo el cuidado de su Santo Ángel a quien el Señor le había encomendado., por las mañanas se dirigía a él, diciéndole: “ponte abusado Angelito, porque el día va a estar difícil y luego se me va la onda”, y por las noches le daba gracias y le encomendaba su descanso. Así también nos recomendaba que lo hiciéramos… Su fe en Dios era grande, lo mismo que su devoción a la Santísima Virgen y se aferraba a la oración y al ayuno en cuanto era posible. Digo en cuanto era posible porque algunas personas posesas llegaban sin previo aviso, y entonces él decía al terminar el exorcismo: “esto fue con desayuno y oración”.

Don Sergio Obeso, uno de los testigos cualificados en el proceso asevera: “El P. Martín era un hombre de oración y comenzaba por el respeto y cariño de la liturgia de las horas…Mantenía el espíritu de fe con la oración, en el mismo ejercicio del sacerdocio en donde brillaba su amor a la Eucaristía, a María Santísima y su disponibilidad para el servicio. Era un pastor”.

La Madre Petrita también afirma: “No descuidaba rezar la liturgia de las horas, ni su rosario, también por las noches reflexionaba las lecturas para la Eucaristía del día siguiente,  y algo que jamás dejó fue su oración personal. Todo esto hacía en sus misiones. Espiritualmente él siempre hablaba de Dios, invitaba a la confesión, a la oración,  a dar buen ejemplo, a vivir la Eucaristía con mucha alegría. Yo varias veces lo observé haciendo oración por horas, de rodillas y en cruz delante del Santísimo Sacramento”.

En alguna ocasión el Padre Alvarito visitó muy de noche al Padre Martín y lo encontró rezando la liturgia de las horas. A propósito nos comparte: “Su espiritualidad consistía en  la meditación, en la celebración diaria de la Misa, no se dispensaba el rezo del Breviario. En una ocasión lo visité a la 1:00 a.m. y estaba de pie, muy cansado, tratando de rezar el breviario. Yo le dije que se fuera a dormir, que lo dispensaba del rezo, pero él me dijo que Dios le estaba pidiendo que rezara”.

Si el Padre Martín supo dominar su carácter, si salió victorioso en los exorcismos, si supo ser un “apaga fuegos”, si le fue concedido el don de bilocación, de lágrimas y leer las conciencias, si trasmitía paz y serenidad es gracias a su vida de oración. Ojalá sigamos su ejemplo.

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