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EL SANTO Y EL SABIO

El matrimonio de Don Juan Manuel y Doña Anita se vio bendecido por Dios con el regalo de siete hijos de los cuales dos sacerdotes: Fernando y Juan Manuel, todos desde luego hijos legítimos y de apellido Martín del Campo. Muchos pensaban que nuestro Venerable Siervo de Dios se llamaba Martín y no es así. Era parte de su apellido. Voy a fijarme un poco en los hermanos sacerdotes Martín del Campo, Fernando y Juan Manuel.

Fernando era un poco mayor que Juan Manuel y recibieron la misma educación de sus padres. Ambos recibieron los sacramentos de iniciación cristiana en Lagos de Moreno y juntos ingresaron al Colegio “Luz Saviñón” en la Ciudad de México para posteriormente ingresar con los Josefinos. Fernando terminó de descubrir su vocación a la vida religiosa y sacerdotal en este instituto de vida consagrada y de hecho ahí emitió sus votos perpetuos para luego ordenarse sacerdote. Juan Manuel no siguió los pasos del hermano mayor. Sintiendo nostalgia de una amiguita de adolescencia y haciéndose el enfermo dejó a los josefinos para luego ingresar al Seminario de San Rafael Guizar en el año de 1932. Toda la infancia y parte de la adolescencia la vivieron juntos pero cuando Juan Manuel dejó a los josefinos,  porque esa no era su vocación, ese hecho marcó la convivencia de los hermanos. Eran las vacaciones en las que coincidían las que aprovechaban para convivir como buenos hermanos en Xalapa o en la Capital.

El Padre Fernando perdió el brazo izquierdo antes de su ordenación, usaba barba larga y era de carácter fuerte y gritón. Juan Manuel no perdió ninguno de sus miembros, siempre andaba bien rasurado y aunque era también de carácter fuerte supo dominarlo ayudado por la gracia de Dios para transmitir mansedumbre. El Padre Fernando admiraba la humidad de su hermano. Él mismo comentó lo siguiente: “Durante una convivencia sacerdotal, nos enteramos que a él le decían el santo, precisamente por sus cualidades de humildad, bondad y humanismo. Mientras que a mí, por leguleyo y discutidor, me decían el sabio. Y así nos identificaban más fácilmente al referirse a nosotros. El padre Martín del Campo, el santo, y el padre Martín del Campo, el sabio”. También compartió esto: “Durante las pocas oportunidades que tuve de convivir con él, pasábamos largos momentos charlando o estudiando  temas científicos, religiosos o morales. También recordábamos a nuestros padres, a nuestros hermanos…”Me sentía a gusto con él, era un gran charlista.”

Como hermano mayor el Padre Fernando acompañó a nuestro Venerable en los momentos últimos de su vida en el Sanatorio San Francisco: le dio la absolución, le administró la unción de los enfermos, le dio el Viático y le impartió la bendición papal. También concelebró en la Misa de Exequias presidida por Mons. Obeso y fue testigo de la sepultura de su hermano. Tiempo después el Padre Fernando fue a alcanzar a su hermano en el cielo.

Y a propósito del apellido de los hermanos sacerdotes Fernando y Juan Manuel termino este artículo con un detalle que el mismo Padre Fernando compartió con el Dr. Fausto Morales:

“En una ocasión llegó a Catedral  mi papá  y le preguntó a uno de los sacerdotes:

¿Está el padre Juan Manuel?

No, dijo categórico, aquí no hay ningún sacerdote con ese nombre.

Hizo el ademán de retirarse, pero regresó de inmediato y  preguntó:

 ¿Y el padre Martín? Sí, él si está”

Pidamos a Dios nos conceda la pronta beatificación y canonización del Venerable Siervo de Dios Juan Manuel Martín del Campo.

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