Pocos días antes de que muriera el Padre Martín del Campo le pidieron impartiera la bendición a las familias la cual fue grabada. La bendición es un sacramental y por lo mismo es un signo sensible que nos dispone para recibir la gracia de Dios. La bendición que impartió el Padre Martín reza así:
“Que Dios nuestro Señor vaya delante de ustedes para que les guie; junto a ustedes para que les acompañe; detrás de ustedes para que los proteja y en sus corazones para que los llene de paz y de amor”.
Con esta bendición el Padre Martín invocaba la protección de la Providencia de nuestro Dios para las familias y en general para los fieles. Nuestro Dios es aquel que va delante de nosotros para guiarnos, para conducirnos hacia las aguas cristalinas y verdes prados de la vida eterna como así lo reflexionamos en el salmo 23. Es aquel que siempre nos acompaña a lo largo del camino de esta vida. Así como acompañó a los discípulos de Emaús así también nos acompaña a cada uno de nosotros para que nuestras tristezas y angustias se conviertan en gozo y esperanza. Nuestro Señor camina inclusive detrás de nosotros, cuida nuestras espaldas para que el maligno no descargue sus fuerzas traperas sobre nuestra debilidad. También él está en nuestros corazones. Se encuentra en lo más íntimo y profundo de nuestro ser para colmarnos de paz y amor.
El cristiano debe siempre bendecir y no maldecir. En una ocasión leí en el libro “Narraciones de un Exorcista” del padre Gabriel Amorth (libro que recomiendo mucho) que la bendición de los padres para con los hijos es muy importante y necesaria y que los padres nunca deben maldecir a sus hijos porque esa maldición viene de satanás y traerá consecuencias nefastas en el hijo o hija maldecido por sus padres.
El padre Martín siempre supo bendecir y ojalá que nosotros también lo hagamos. Papás: ¡nunca maldigan a sus hijos!
